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Me fui a Bilbao para conocer a mi amiga cachonda que me hacía grabarme mientras hacía guarradas para ella. Esperaba que al vernos se cumplieran mis fantasías más morbosas con esa mujer tan caliente y misteriosa, pero el destino jugó sus dados y terminé follando con dos tíos.

 

Llegué a Bilbao una mañana muy calurosa, demasiado para el lugar, andaban todos como asfixiados. Encontré rápido la casa que había contratado por internet. Llegue al centro de Bilbao a una casa señorial, elegante y decadente pero muy bien cuidada, miré dos veces la direccion, no me cuadraba el precio con la calidad del edificio. Llame al telefonillo.

Un chico contestó , me identifico y me abrió, la casa tenía un pequeño vestíbulo y daba directamente a un gran salón después de una puerta acristalada con una bonita vidriera de colores. Me esperaba junto a esa puerta en bata de seda con un minúsculo bañador. Era guapo y muy joven.

Hola he alquilado para un mes soy Cristóbal, de Conil. 

Ah Cristóbal, pasa, te esperábamos, Luis se está duchando. Es mi marido. Yo soy Lete. Me dio la mano. Me sorprendió, debo decir que grata y morbosamente. Los homosexuales siempre han sido un tabú, pero no por rechazo sino por por curiosidad, morbosidad, más bien. Me ofreció una cerveza y empezamos a hablar de Bilbao y de Conil, ellos conocían la zona, les había encantado. 

Era muy abierto y me contó enseguida que tenían un negocio de multimedia y que les iba muy bien. Hacían anuncios, vídeos y cosas de esas, yo estaba alucinando, nunca entendía cómo se podía ganar tanto dinero haciendo esas cosas. La casa rebosaba pasta. La conversación era muy fluida e inteligente, enseguida conectamos. Como ya sabéis por mis otros relatos estoy abierto al mundo y a la vida. He llegado a la conclusión que ya me queda mucho menos de vida de la que he gastado y por tanto quiero vivirla a tope. 

Salió Luis, el marido, mucho más recatado con un kimono de seda negro. Moreno, mucho mayor pero sin llegar a mi edad. Aún tenía el pelo mojado. Se disculpó, me dio la mano, tomó una cerveza y se sentó en el sillón de orejeras junto a su pareja. Todo el entorno me tenía nervioso. Parecía que estuviera en una peli de lujo. Decoración cuidada al máximo. Ambiente algo femenino pero muy elegante, muy diferente a lo que esperaba, muebles de Ikea y eso. Con tres cervezas en el cuerpo y medía costa andaluza recorrida parecia que ya llevaba viviendo allí un mes.. Luis fue a lo práctico. —Oye, querrás ver tu habitación no?. —Claro, me levanté sintiendo un leve mareo de la cerveza, yo iba en pantalones cortos y con una camisa hawaiana, me sentía fuera de sitio entre la vestimenta de mis anfitriones. 

La habitación era genial. Abarrotada pero de lujo. Una cama doble con dosel, cuadros abstractos originales, un sillón y un armario empotrado que era casi otra habitación. Un gran balcón te enseñaba una calle muy animada y céntrica.

—Te dejamos que te acomodes y descanses nosotros vamos a salir. Aquí tienes las llaves. 

—Bueno, la casa es pequeña, solo tenemos un baño. Ahí a la izquierda. Si ves la puerta cerrada está ocupado. Si necesitas algo nos lo dices.

Deshice la maleta y entré en el baño, que no desentonaba del resto de la casa. Me di una ducha y me puse un albornoz blanco que me habían señalado como mío.

Me fui a mi habitación y deshice la maleta, la curiosidad me hizo entrar otra vez en la página donde había encontrado la habitación. La repase cuidadosamente y caí en un detalle que había pasado por alto. Gay friendly. Me reí de la confusión. Pero no me preocupó mucho. Cogí el teléfono y puse un mensaje a mi catedrática, que no esperaba que cumpliera mi promesa de ir a verla. —Estoy en Bilbao. Te. Espero. Enseguida me contesto con una carita llena de corazones. —Hoy no vamos a poder vernos. Pero esta noche nos vemos por vídeo, prepára la polla. Como siempre me dejo perplejo. En un minuto me llegó una foto de un coño meando. —Me he escapado un rato, tenía que mear. Ahora te dejo. Le mandé un clip de un dibujo animado que se escondía en un seto. Pensé en mandarle una foto de mi pene, pero me contuve.

Oí como la pareja salía y se despedía a lo lejos.

Busqué una ropa más elegante, al menos no tan cantosa, y salí al rato a la calle, era ya casi de noche y la calle estaba muy animada. Paseé un rato y entré en algunos bares a tomar algunos pinchos. Me alejé bastante del centro y al doblar una esquina me encontré con mis anfitriones.

Pulcramente vestidos venían de una reunión de amigos y volvían a casa. Los noté eufóricos. Achispados.

—Vaya casualidad¡ ¿Estás solo?. Si quieres nos compañas y cenamos algo.

Me pareció estupendo y salí con ellos, me había puesto lo más moderno que tenía pero parecía más un turista de Hawái que un artista o modelo actual. Paramos en varios bares, mis anfitriones eran muy conocidos. Me presentaron a diez o doce personas. Terminamos con alguna copa de más en su salón. Desmadejados en aquel enorme sofá que parecía envolverte como una nube. Hablábamos mucho los tres, pasábamos de películas a ciudades o a problemas actuales. Mi teléfono sonó, entraba un mensaje, ya sabía quién era, miré la hora. Las 12:15. Lo abrí, “¿dispuesto a una buena mamada virtual?, por ahora”. Mi risa fue demasiado evidente, mis contertulios me miraron extrañados. Con cara de curiosidad. —¿Puedes contarlo?. Mi lengua estaba ya algo pastosa, pero mi mente estaba totalmente desinhibida. Les mostré el mensaje. Les conté que teníamos una relación por internet. Y que habíamos quedado en vernos aquí en Bilbao y por eso estaba aquí. 

Los dos rieron cómplices. —Vaya con nuestro inquilino sorpresa. Y tu amiga empieza fuerte. Me da mucho morbo saber cómo seguirá. No puede ser con beso en la oreja, ja, ja, ja… Les conté cómo terminaron las anteriores, los dos estaban nerviosos. —Contesta, no queremos perdernos nada. 

Yo no tenía una prevención acerca de aquella relación. Era esporádica y entre dos morbosos, pensaba que si ella se enteraba hasta podía gustarle. 

—Una mamada nada más, esperaba que hubiera algo más esperando a alguien que ha cruzado toda España para sacar lo más guarro de ti. 

—Guau ! Gritaron a coro. Que fuerte. Me estás poniendo nervioso. ¿Os mandáis imágenes?. 

—Otro mensaje llegó a mi móvil. Solo tenía una foto, dos dedos pellizcaban los labios mayores, oscuros y dejaban ver una vulva rosada totalmente abierta y un clitoris hinchado y húmedo. Méteme lo que quieras. 

—Pero, qué fuerte! Me estoy poniendo cachondo. Y eso que a mí los coños me dan igual. Te dejamos, creo que desde ahora tienes, tenéis que estar solos. Ya nos contarás. 

Me dirigí a mi cuarto y empezó la conversación y las fotos. “Enséñame tu prepucio, y mete algo en el boquete del capullo, me gustaría verte meterlo” 

—Eso tiene que doler, coño, no voy a hacerlo. 

—Atrévete cobarde que no pasa nada. Mira internet. —Me mandó una foto de un tío metiendose un gran bolígrafo por el agujero ese. 

Busque algo pequeño y encontré una aguja de hacer punto de plástico flexible. Estaba muy nervioso y rojo de excitación. Lo embadurne de aceite de niños que había en el cuarto de baño, seguramente mis amigos lo utilizaban de lubricante. Dudé mucho pero puse el teléfono en vídeo y empecé a intentar meterlo. Al contrario de lo que creía no me dolió nada, lo hice suavemente y me éxito mucho. Muchísimo. Cuando lo saqué estaba muy cachondo y totalmente empalmado. 

Ella me mandó un vídeo en el que se metía unas bolas de golf en el coño y después la expulsaba. 

En aquel momento pensé en ir al baño a masturbarme. Para enseñárselo a mi catedrática. La puerta del dormitorio de mis anfitriones estaba abierta, ellos, desnudos sobre la cama. El más joven mamaba al mayor, que me miró allí petrificado. Sonrió, para mí aquella sonrisa fue algo más, fue una invitación. No lo dudé. Fui hacia ellos totalmente empalmado.

El que estaba tumbado boca arriba me llamó y cogió mi polla metiendosela en la boca. Fue magnífico, había oído que los homosexuales eran los que mejor hacían sexo oral, y lo estaba comprobando. Era genial. Tuve que sacarla varias veces para no correrme. 

El otro que mamaba a su amigo cogió el turno y me llevó al séptimo cielo. No pude aguantar y me corri en su cara. El otro fue a comerle la boca y lamió mi semen de su cara. Cada vez estaba más excitado. Se pusieron en posición para follar, el mayor a cuatro patas me ofreció su ojete, que su amigo había lamido y lubricado previamente, para mi sorpresa yo estaba de nuevo empalmado, el más joven me puso un condon y me llevo la polla al ano de su marido, no me costó nada meterla, solo sentí como si pasara por un anillo, después fue todo gusto, de pronto noté la mano del otro tocándome los pezones y la entrada del ano. Cada vez estaba más exitado. Me corri entre gritos. Caí derrotado y empecé a notar las cuatro manos masajeándome el cuerpo mientras se besaban con mucho morbo. Sin saber cómo abrí con mis manos mis nalgas y ofrecí mi ano. Con mucha delicadeza metieron sus dedos llenos de lubricante poco a poco en mi ano, luego metieron un chorro de lubricante con una jeringuilla y siguieron metiéndome los dedos. Lo disfrutaba aunque temía el momento final. Llego sin darme cuenta, noté entrarme una polla caliente y me gustó. Me moví al ritmo de mi nuevo amante follador y empecé a contraer mi ano, como había leído en una web de sexo anal. Mi follador gimió y me cogió por las caderas dándome muy fuerte, no me dolía ni me daba placer físico pero estaba en una nube, mi mente si estaba siendo follada y muy bien. De no haberme corrido dos veces creo que me hubiera corrido otra vez.

Mi follador saco la polla de mi culo y se la metió a su marido pero ya en la posición misionero, con una almohada bajo sus riñones. Se corrio con gritos y terminaron besándose. 

Se volvieron hacia mí los dos. 

—Esto no entraba en el alquiler, que conste. Vamos a lavarnos.

Fuimos al baño y nos duchamos nos enjabonamos unos a otros y los bese en la boca. Me apetecía mucho. 

—Vamos a dormir, que mañana tenemos trabajo. —Los dos me besaron en los labios y se fueron a su cama.

Había pasado casi una hora y mi amiga ya habría colgado, mire el teléfono. Me había mandado varios mensajes requiriendo mi presencia. Conteste aunque ya sin esperanza.

—En pocos segundos, me entró un mensaje. “Me has dejado colgada, como no estés en el hospital, no te perdono.

—Acabó de mamar dos pollas y me han follado por el culo. ¿Es buena excusa?.

—Joderrrrr y no has grabado nada? Mándame una foto de tu ojete a ver si se te ha quedado abierto. 

—Le mandé una foto del ojete como pude… y seguimos hablando casi una hora. 

Quedamos para vernos y según ella follarnos al día siguiente. Estaba molido. 

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